Miércoles 11 de Mayo 2011
Por: Rockzilla Rockzuki
4 imágenes clásicas de la música del siglo XX: Adam Clayton, vestido de plata brillante; Larry Mullen Jr, con su serenidad y su copete de James Dean; The Edge, con su legendario gorro y su sonrisa afable cobijada en una barba reluciente; junto a ellos, el conocido en los primeros discos como Bonovox, de pequeña pero napoleónica figura, el jefe del parlamento irlandés del rock, entraron a un Estadio Azteca montado como una nave espacial, rodeados de un coro de 120 mil voces desgañitándose a su paso mientras en los altavoces tronaba “Space Oddity”, la mítica creación de David Bowie.
20 canciones después, 2 horas 30, unas cuantas lágrimas y abrazos soltados en canciones ya imprescindibles para el imaginario colectivo como “One” o “But I´m still haven´t found what I´m, looking for”, cigarros, miles de oídos taladrados y eso sí, 120 mil ojos desprendidos de sus retinas ante el alucinante proyecto de U2360, familias, indies, güeras de corte millonario, jóvenes con porte de bandidos, adultos contemporáneos, en fin, un mosaico representativo de lo que “el espíritu joven” significa en México, se apretaban por igual satisfechos y cansados en la avenida Tlalpan para regresar a la oscura noche personal de la que emergieron.
La consigna de todos era la misma: el audio tuvo problemas, saturado sobre todo al inicio, pero cuando la banda que más público reúne alrededor del globo se decide a hacer show, cuidado, porque cualquier persona, de cualquier edad, de cualquier condición social o ideológica, se levantará al menos una vez a gritar y aplaudir como demente. A eso se va a un concierto de los irlandeses, a deslumbrarse, y parece ya no importar si conoces una canción o toda la discografía; el show lo es todo. What time is in the earth? It´s show time, reza su logo.
El escenario era un armatoste infernal como una carpa de circo de la que sobresalía una suerte de pararrayos gigantesco coronada por una bola de discotheque. La estructura cambiaba de color cada tanto y descendía de él un enrejado que funcionaba como pantalla que intercalaba varios efectos visuales con las figuras de los cuatro músicos, captados a través de decenas de cámaras dispuestas alrededor del escenario circular.
Hubo canciones para todos: “Even better tan the real thing”, y “Misterious Ways”, de su mejor disco, el Achtung baby, de 1990; "jits" recientes como “Elevation”, “Vertigo” o “City of Blinding Lights”; antigüedades como “I Will Follow” del ya lejanísimo Boy de 1979; rarezas como “Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Kill Me”, donde Bono se colgó como Batman del micrófono, y, por supuesto, canciones con contenido político como “Miss Sarajevo”, “Sunday Bloody Sunday” y “Moment of Surrender”, última canción del concierto, que dedicaron a los familiares de los asesinados por la guerra contra el narco en nuestro país, con las siguientes palabras del político y demagógico cantante: “México no está solo, su espíritu es fuerte y el mundo los apoya en este duro momento”.
Junto con esa mención a la violencia en el país, dos momentos míticos más: una chica del público ayudando al jefe del parlamento irlandés del rock a leer versos de Nezahualcóyotl (¡!), y las mañanitas en coro por todo el estadio Azteca para el mismo Bono, que había cumplido 51 años el día anterior, 10 de mayo. Les dejo 3 videos para que comparen y se agasajen con 3 de las giras más atiborradas de efectos de la historia del rock: el Zootv del 92-93, el Pop Mart en México en el 98, y ésta, U2360, de 2011.
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